Este domingo 18 de junio, el Papa Francisco instó a los creyentes a transmitir la cercanía de Dios a través de gestos de amor y servicio desinteresados.
EL REINO DE DIOS ESTA CERCA
Jesús eligió a sus amigos, y les dIó una sola idea para anunciar: el Reino de los Cielos está cerca.
El papa aclaro que el Reino de Dios está presente entre nosotros y se la debe construir día a día. La forma de construir ese Reino de Dios es reconocer y trabajar para descubrir que Dios está cerca de nosotros, nos acompaña, nos protege.
La cercanía de Dios en nuestra vida nos ayuda a vencer el miedo, abrimos al amor, crecer en el bien.
La proximidad de Dios no sólo nos brinda consuelo en momentos difíciles, sino que también “nos impulsa a confiar en Él y a ser testigos de su amor”.
Podemos sentir la presencia de Dios en los momentos en que eres más débil: “¡Él conoce el camino, ¡Él está contigo, ¡Él es tu Padre, Él es mi Padre, ¡Él es nuestro Padre!”.
NIÑOS SENTADOS EN LAS RODILLAS DEL PADRE
Si Dios es nuestro Padre que está cerca, entonces tenemos que adoptar la actitud de los niños: sentarnos “en las rodillas de Dios”:
- Pensar como un niño, que camina de la mano del padre: todo le parece diferente. El mundo, grande y misterioso, se vuelve familiar y seguro, porque el niño sabe que está protegido.
- Sentirse como un niño: no tiene miedo y aprende a abrirse
- Mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre”.
- Encuentra otras personas, encuentra nuevos amigos, aprende con alegría cosas que no sabía y después vuelve a casa y cuenta a todos lo que ha visto, mientras crece en él el deseo de hacerse mayor y hacer las cosas que ha visto hacer al padre”.
- Confiando en la protección del “Padre celestial” y abriéndonos al amor.
MENOS PALABRAS Y MÁS GESTOS DE AMOR
Y para “anunciar que Dios está cerca”, hay que seguir lo que Jesús aconseja en el Evangelio: “no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor”: sanar enfermos, echar demonios, curar leprosos.
Manifestó “perplejidad” ante los que sólo hablan, pero no realizan gestos concretos de amor evangélico: “Déjenme decirles algo. Me desconciertan, y mucho, siempre, los ‘palabreros’, con su mucho hablar y nada de acciones”.