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«LAUDATE DEUM», UN GRITO PARA RESPONDER A LA CRISIS CLIMÁTICA

«“Alaben a Dios” es el nombre de la exhortación apostólica del papa Francisco. El nombre responde a la pretensión del ser humano que quiere ocupar el lugar de Dios.

Esta pretensión le convierte en el peor peligro para sí mismo». Con estas palabras concluye la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco, publicada el 4 de octubre, fiesta del Santo de Asís.

La exhortación mira en particular a la COP28 que se celebrará en Dubai a finales de noviembre y principios de diciembre. Escribe el Pontífice: «con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre» y «es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas» (2).

EL PRIMER CAPÍTULO ESTÁ DEDICADO A LA CRISIS CLIMÁTICA MUNDIAL.

«Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes», explica el Papa.

En los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra», una «enfermedad silenciosa que nos afecta a todos».

El Pontífice, tras recordar que si el aumento de la temperatura supera los 2 grados «se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, con enormes y gravísimas consecuencias para todos»

LA CULPA NO ES DE LOS POBRES

«Con la pretensión de simplificar la realidad -escribe Francisco-, no faltan quienes responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres.

Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres.

Cuestiona la postura de quienes afirman que los esfuerzos para mitigar el cambio climático reduciendo el uso de combustibles fósiles «provocará una reducción de los puestos de trabajo». Lo que está ocurriendo en realidad «es que millones de personas pierden su empleo debido a las diversas consecuencias del cambio climático: tanto el aumento del nivel del mar como las sequías y muchos otros fenómenos que afectan al planeta.

EN EL SEGUNDO CAPÍTULO, FRANCISCO HABLA DEL PARADIGMA TECNOCRÁTICO QUE «CONSISTE EN PENSAR «COMO SI LA REALIDAD, EL BIEN Y LA VERDAD BROTARAN ESPONTÁNEAMENTE DEL MISMO PODER TECNOLÓGICO Y ECONÓMICO»

«Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo… Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad» (23).

Por desgracia, como también enseña la bomba atómica, «el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia» (24).

El Papa reitera que «el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada» (25). Recuerde también que estamos incluidos en la naturaleza, y «esto mismo excluye la idea de que el ser humano sea un extraño, un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza» (26); «los grupos humanos muchas veces han “creado” ambiente» (27).

DECADENCIA ÉTICA DEL PODER: MARKETING E INFORMACIÓN FALSA

Hemos logrado «progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia» (28).

La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos».

Estos mecanismos convencen a los habitantes de las zonas donde se van a implantar proyectos contaminantes, engañándoles con que se generarán oportunidades económicas y de empleo, pero «no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento» quedará «una tierra arrasada» (29) y condiciones de vida mucho más desfavorables.

«La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad… extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos» (31).

POLÍTICA INTERNACIONAL DÉBIL

Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal» sino de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales».

Francisco deplora que «las crisis mundiales sean desaprovechadas cuando serían la ocasión para provocar cambios saludables. Es lo que ocurrió en la crisis financiera de 2007-2008 y ha vuelto a ocurrir en la crisis del covid-19», que han traído «más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes» (36).

«Más que salvar el viejo multilateralismo, parece que el desafío actual está en reconfigurarlo y recrearlo teniendo en cuenta la nueva situación mundial» (37) reconociendo que muchas agregaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a compensar las debilidades de la Comunidad internacional.

JABV

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